DEL LADO DEL QUE HAY QUE ESTAR

El radicalismo siempre sostuvo la progresividad en materia tributaria. En otras palabras esto es que los que más tienen más paguen, o al revés, que los que menos tienen menos paguen. 

En Argentina estamos lejos de eso. Tenemos un sistema profundamente regresivo. Sobre la mayor cantidad de productos de consumo masivo, todos pagamos lo mismo cuando compramos alimentos, ropa o cargamos combustible, por dar algunos ejemplos. 

Esta posición, cuando nos tocó gobernar, el radicalismo la sostuvo e intentó producir las reformas para revertir este sistema injusto. Así, los conservadores fueron implacables a la hora de sostener el status quo, frente a las reformas que impulsó Yrigoyen. Ni hablar de las embestidas al gobierno de Illia, frente a las reformas progresistas que impulsó. Ni hablar de lo sucedido durante el gobierno de Alfonsin quien impulsó una profunda reforma tributaria y provocó la reacción de sectores beneficiados con estas asimetrías.

El final, todos lo conocemos. Yrigoyen e Illia derrocados y Alfonsin haciendo entrega de su gobierno para amortiguar los efectos del golpe de estado económico del cual fue víctima. Todo esto puede ser profundizado ya que existe abundante evidencia histórica de la coherencia entre el pensamiento y la acción de los gobiernos radicales. 

Ahora, el país debate la creación de un impuesto de emergencia hacia quienes posen un patrimonio que supere los U$S 3 millones de dólares. Dentro de ese debate, aparece una discusión dentro del radicalismo sobre el apoyo o no a esta iniciativa. 

Para comenzar, con esta iniciativa no se esta innovando frente a una coyuntura absolutamente excepcional. En el mundo existen muchos ejemplos en el mismo sentido. Impuestos a la riqueza se implementaron en las post guerras. También lo implementó Roosevelt en los 30 para hacer frente a la gran recesión por la que atravesó EEUU y que fue conocido como el ¨new deal¨. Haciendo un recorrido por internet encontraremos decenas de ejemplos con ejemplos similares.

La defensa del impuesto a las grandes fortunas, no se funda en razones técnicas o científicas. Tampoco tienen ese carácter las de quienes se oponen a él. En el fondo, la discusión sobre este impuesto es filosófica. Y tiene que ver con un par de preguntas. Es razonable pedirle a los que más tienen un esfuerzo adicional en la crisis por la  que transita  Argentina por las razones estructurales descriptas y por la pandemia del coronavirus? Es razonable pensar en la situación que viven millones de argentinos? 

Sólo se trata de apelar la una ética de la solidaridad para atravesar de la mejor manera este difícil momento. Y simplemente por esto es que el radicalismo debe estar en ese debate de ese lado, del lado de los que menos tienen. O no somos la causa de los desposeídos ?

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