El 9 de julio de 1816 un grupo de hombres como vos y yo, hermanados eligieron no dejarse doblegar, soñando un futuro autónomo y libre. No fue fácil, pero el motor fue creer que podían estar mejor, que existía un mañana.
Hoy a 200 años hemos sufrido varias decepciones. Olvidamos que ser independientes es superar nuestras divisiones; defender nuestros derechos; aceptar y valorar todas las opiniones. No es sencillo nuestro presente, pero debemos apostar a rescatar y reivindicar los valores que nos llevaron aquel histórico día a ser una patria independiente.
No bajemos los brazos. Aunque la tristeza, la impotencia y la bronca sean sentimientos que se repiten, no permitamos que nos arrebaten las ganas de apostar al futuro.
Debemos comprometernos a construir entre todos una sociedad más justa, pluralista y democrática, donde encontrar puntos de encuentros no sea una utopía. Porque somos ramas de un mismo tronco y de este compromiso dependen nuestros hijos, nuestros nietos.
¡Por una Argentina libre!
¡Libre de egoísmo, deshonestidad e injusticias!
¡Viva la Patria!