La fenomenal caída del precio del petróleo en los mercados internacionales, desde los 110 dólares promedio de junio de 2014 hasta los 32 dólares promedio de 2016, comienza a repercutir duramente en la economía provincial y regional.
En Neuquén, el gobierno provincial y el Sindicato de Petróleo y Gas Privado llegaron a un acuerdo con YPF y el ministro de Energía, para efectuar suspensiones rotativas, a cambio de lo cual, las empresas se comprometen a no hacer despidos y a invertir en la producción de gas para redireccionar equipos de trabajo, con el objetivo de sustituir importaciones de Bolivia por un valor de 8.000 millones de dólares.
El conflicto por los bajos precios petroleros internacionales hunde a todas las actividades en la región. En el transporte de carga, la actividad cayó 50% en lo que va del año, según cálculos de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac), y, los choferes, que cobraban entre 30000 y 40000 pesos mensuales, reciben la mitad que antes, otros están de vacaciones indefinidas y muchas empresas han reducido su flota a la mitad.
No es ajeno, tampoco, que el consumidor argentino paga por sus combustibles, precios por encima de la media extranjera (el último impacto en el bolsillo fue de un 6% adicional y se anuncia otro similar en abril) y que la actividad petrolera local se sostiene, artificialmente, por el “barril criollo” de 67 dólares. Asimismo, la devaluación del peso frente al dólar, mejoró la posición de las empresas petroleras en términos de los costos locales.
A raíz de todo lo mencionado, surgen innumerables interrogantes relacionados con la política económica nacional en materia energética. Si consideramos que los incrementos en los precios del combustible llegaron para quedarse y el “barril criollo” es un subsidio directo a la actividad petrolera, no se entiende porqué YPF debería recortar un 25% su producción. ¿Qué hace diferente a la empresa local de otras del rubro que mantienen su producción?
Por otro lado y no menos importante, nosotros, los consumidores, nos perjudicamos por una “doble vía”: (1) porque aumenta el precio y ello se refleja en el resto de la economía; (2) porquebaja el precio, deprime la actividad y provoca malestar social en el sector hidrocarburífero.
Por ello, considero que resulta imprescindible que las autoridades provinciales y nacionales nos permitan conocer cuál es la estructura de funcionamiento (costos laborales y de producción) de estas empresas, quienes a pesar de contar con todos los beneficios explicitados precedentemente y no estar atados a los vaivenes del mercado internacional, exponen públicamente su necesidad de “recortar” los gastos de operación. Deberán hacerse todos los esfuerzos necesarios, tanto desde el sector público (Nacional y Provincial) y privado (Empresas – operadores) para evitar una reducción sustancial de la actividad y no terminar afectando a toda la economía regional.