La memoria no tiene calendario. Es siempre presente. Pero la memoria no implica rencor, odio o sed de venganza. En todo caso es dolor y deseos de justicia.
El pasado nos sirve como enseñanza, pero nuestro objetivo es el futuro, soñar para adelante. Trabajar, militar políticamente cada uno de nuestros días por lograr mayor bienestar para todos.
Respetar los derechos humanos implica necesariamente también respetar los principios republicanos, porque es la República la que contiene a hombres y mujeres y les confiere derechos, amparando el beneficio de los mismos, sobre todo los fundamentales, el derecho a la vida, a la alimentación, a una vivienda digna, salud, educación.
Hoy, en memoria de los que nos faltan, nuestra lucha debe estar dirigida a combatir la economía sucia, el narcotráfico, la estafa, todos los fraudes y la corrupción en todos sus niveles. Hoy tenemos enemigos presentes que han enfermado el tejido de nuestra sociedad, no podemos pretender ignorarlo privilegiando la imagen que nos muestra el espejo retrovisor sin el riesgo de estrellarnos frente a una realidad que exige ser reconocida de manera urgente.
Estar vivos es un milagro, nuestro máximo deber es proteger la vida. Porque creo y milito por la vida rescato, como mensaje, las palabras de Gabriel García Márquez:
“…nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la Tierra”.